Las aplicaciones en línea gratuitas nos parecen una herramienta muy útil y accesible para aquellos que no se pueden permitir la compra de programas comerciales y así no reducir la utilización de éstos a unos pocos privilegiados con los medios necesarios para ello. El hecho de que los creadores del software tengan un beneficio por su trabajo es algo totalmente comprensible, pero las grandes sumas descomunales que han acumulado podrían servir para permitir bajar el precio de las aplicaciones y llevarlas a todo el mundo para promover la información y comunicación a nivel mundial.
El patrimonio cultural debe ser de toda la sociedad, teniendo en cuenta que las ideas sean recompensadas y valoradas y que no existan personas que se aprovechen de las invenciones de otras y se apropien de ellas.Para algunos defensores del Software Libre, la gente no tiene por qué pagar por un producto cultural que es patrimonio de toda la sociedad; otros consideran que se debe pagar, pero que ese pago tendría que otorgar derechos sobre el software sin tantas restricciones como las licencias actuales.
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